La elección de Claudia Sheinbaum como la nueva presidenta de México representa un avance dentro de un país en el que se ha crecido con la cultura de que los hombres solamente pueden ser los únicos con un cargo importante.
Por Alejandra Zamora.
Lic. Relaciones Internacionales. |Diplomado en Comercio y Exterior| @alezamora1| alex_liz08@hotmail.com
El 1 de octubre del 2024 pasó algo insólito para las mujeres, por primera vez después de más de 200 años México tiene una Presidenta, Claudia Sheinbaum.
En su ceremonia de entrada, la banda presidencial fue entregada por una mujer icónica del país, Ifigenia Martínez, ex presidenta de la Cámara de Diputados, la primera mujer mexicana en tener una maestría en economía de Harvard, fue Maestra de la UNAM una de las universidades públicas más reconocidas del país, fundadora del Partido de la Revolución Democrática (PRD), diputada y senadora, una mujer que logró demostrar que se puede tomar un puesto en el que se creía que es exclusivo para hombres.
Este escenario nunca antes visto en el país en el que dos mujeres inauguran el nuevo sexenio fue un momento de mucha controversia, ya que por mucho tiempo eran hombres los encargados de liderar, esto se debe a diversos factores, pero el principal ha sido por la cultura que se tiene en México donde a las mujeres se les limitaba la participación dentro de la política por ideas machistas promoviendo que es “trabajo de hombres” y a las mujeres solo se les podía asignar roles dentro del hogar.
Entonces… ¿México es un lugar machista? ¿Es un tema político o cultural?
México es un país con un patrimonio histórico que nos enorgullece lleno de cultura y tradiciones y una calidez humana única. Sin embargo, a pesar de su grandeza, también es un país marcado por la violencia, la desigualdad y la falta de oportunidades, que ha afectado especialmente a las mujeres. Un país donde el poder y el dinero son determinantes a la hora de acceder a cargos importantes y el machismo estructural se sigue haciendo presente en la vida diaria como la discriminación en el trabajo, salarios desiguales, entre otros.
Desde pequeñas, muchas de nosotras hemos crecido en un entorno que nos dice que los hombres son los únicos capacitados para liderar. Se nos dicta que las mujeres no pueden tener ciertos puestos por ser personas hormonales, débiles o simplemente porque nacimos para ser amas de casa y no necesitamos ir a la escuela para dedicarnos a ello. Pero, la realidad es que, a lo largo de nuestra vida, nos enfrentamos a un sistema que nos niega las mismas oportunidades laborales, que nos paga menos por el mismo trabajo, que no reconoce nuestros derechos como seres humanos con la misma dignidad que cualquier otro individuo. Somos constantemente tratadas como si nuestros sueños y ambiciones fueran secundarios a los de los hombres, y se nos asignan roles predefinidos.
Un país donde se puede observar cómo las mujeres tienen que cumplir con diferentes roles como ser madres, amas de casa, empleadas, todo eso en un mismo día. Mientras que los hombres solo se limitan a trabajar, ya que solo son vistos como los responsables del sustento familiar. Un país que nos quiere calladas, sumisas y en casa atendiendo las labores del hogar sin cuestionar el porqué de lo que pasa a nuestro alrededor.
Por todo ello… el tener una presidenta mujer representa una nueva conquista, pero sobre todo un gran cambio en la política mexicana.
¿De dónde venimos?
Durante la presidencia de Andrés Manuel López Obrador (2018-2024) ha habido muchos comentarios divididos al respecto sobre su papel como presidente abordando el tema de las mujeres, se dicen que es el presidente más feminista que ha tenido nuestro país, ya que integro un gabinete paritario. Si bien una parte de la población mexicana considera que su postura y sus políticas públicas son a favor de las mujeres, también hay otro porcentaje de la población que está en desacuerdo y considera que el ex presidente es uno de los más machistas y misóginos que hemos tenido.
Una de las cosas con las que se comprometió fue cerrar la brecha que hay entre las mujeres y hombres creando el programa “Acuerdo por la Igualdad entre Hombres y Mujeres” en el cual se establecieron seis objetivos basados en el área de la salud, economía, seguridad, entre otros, con los que se esperaba que mejorara la situación de las mujeres en el país.
Desafortunadamente su gobierno le falló a todas las mujeres, las tasas de feminicidio y violencia doméstica aumentaron al 26% más al mes, finalizando su periodo con un total 20.861 mujeres asesinadas en el país, de las cuales 5.227 se clasificaron como feminicidios. En numerosas ocasiones el presidente mencionó que estas estadísticas que se mostraban en el periódico o en las noticias eran falsas y era un intento más de desacreditar lo que ha realizado, expresando que esto se debe que ahora hay una mejor forma de catalogación de casos.
¿Hacia dónde vamos?
El ascenso histórico de Claudia Sheinbaum a la presidencia de México marca un cambio trascendental, no solo en el ámbito político, sino también en la forma en que percibimos lo que significa ser mujer en este país. Tras siglos de luchas, sacrificios y limitaciones impuestas por una sociedad profundamente machista, su llegada simboliza los avances que hemos logrado, pero también nos recuerda que aún queda mucho por conquistar.
La Presidenta llega con diversas propuestas para el apoyo y protección para las mujeres como la modificación de la Constitución para la protección e igualdad sustantiva de las mujeres, romper con la brecha salarial, programas de empleo, ayuda económica, facilidad en los servicios de salud, entre otro más, pero por sobre todo nos abre a todas las mujeres una puerta que por mucho tiempo estuvo cerrada, en la que creíamos que una mujer no podía ocupar un lugar de poder. Esto quedó en el pasado.
En su discurso, Sheinbaum destacó que durante mucho tiempo se nos hizo creer que los hombres eran los únicos protagonistas. Sin embargo, esa creencia ha ido cambiando, y hoy sabemos que las mujeres también podemos llegar a ser presidentas.
Con estas palabras, agradeció a todas las que, de diferentes formas, han contribuido a la historia del país: a las heroínas anónimas, a las invisibles, a las que tuvieron que callar y luego gritaron en silencio, a las mujeres indígenas, y a todas aquellas que nos imaginaron libres y felices.
Después de este acontecimiento histórico no podían faltar comentarios de algunas personas que intentaron minimizar su ascenso proclamando que ahora tendríamos “una ama de casa como presidenta durante seis años”. Frente a estas críticas, Claudia Sheinbaum contestó a estos comentarios con firmeza, dejando claro que además de ser presidenta también es abuela, mamá y ama de casa con mucha dignidad. Reivindicando con orgullo el valor del trabajo doméstico, recordando que todas las mujeres que asumen este rol merecen un reconocimiento por la enorme labor que desempeñan, día tras día, en el hogar.
Este hito es un aire de esperanza para todas las mujeres para creer que no solamente podemos ser amas de casa, sino que podemos ser cualquier cosa con la que soñemos, podemos tener un cargo en la política, podemos ser deportistas, maestras, ingenieras, químicas, cualquier cosa que deseemos sin importar si nacimos siendo mujeres o hombres y lo más importante que nuestro sexo no nos defina o determine lo que podemos o no podemos hacer. Es la esperanza de todas las abuelitas que fueron casadas a la fuerza siendo menores de edad, a las que no se les permitió aprender a leer ni a escribir, por las mujeres que les enseñaron que tenían que vivir para atender a los hombres y sobre todo a soportar los golpes y la denigración de ellos y quedarse calladitas, a las mamás que tuvieron que esforzarse el triple para poder salir adelante, por las mujeres que no pudieron llegar y por todas las mujeres que ayudaron a romper estas creencias.
Sin embargo aún nos esperan muchos retos en los cuales nos tenemos que enfrentar al patriarcado, pero ahora más que nunca es cuando las mujeres debemos levantarnos y demostrar de qué estamos hechas.
Es nuestro momento de hacernos valer y de que nadie nos limite, de exigir, cuestionar aquello que nos incomode o sobre lo que nos quieran imponer. Es el momento de la igualdad, de la justicia, pero sobre todo es el momento de soñar que cualquier cosa puede ser posible.
Sólo queda preguntarnos…
¿Claudia Sheinbaum podrá lograr ese gran cambio que ansiamos las mujeres? ¿lograra que estemos más integradas? ¿Seamos libres? ¿Vivamos seguras?